29 ABR 2003
Si queremos fomentar el turismo ecológico en la región,
fuente potencial importante de ingresos, necesitamos preservarla
El Gobierno nacional comete un grave error al tratar de
llevar a cabo la
construcción de la “carretera ecológica” Cerro Punta-Boquete de todas maneras,
sin tomar en cuenta que no es rentable, que causaría un daño ecológico irreparable
al área del Parque de la Amistad Volcán Barú, que hay
otras alternativas mejores para conectar el tráfico que se genera entre Cerro
Punta y Boquete, y que hay una amplia oposición a la construcción de dicha
carretera por parte de la población, de grupos profesionales y cívicos, y de
expertos en la materia. El Gobierno no ha presentado a la opinión pública
argumento alguno que justifique la carretera en cuestión y la acción expedita e
inconsulta que ha tomado para una contratación directa de la obra.
Un reciente estudio de factibilidad económica patrocinado
por ANCON y preparado por el experto John Reid, del Fondo Estratégico de Conservación, revela que el
rendimiento económico de invertir 4.6 millones de dólares (como costo mínimo)
en la carretera, tendría un valor presente negativo de aproximadamente un
millón de dólares. Aún más; el analista considera que el costo de la carretera
está subestimado ya que en tierras de pendientes difíciles el costo de
construcción y pavimentación es normalmente mayor. Por otro lado, el cálculo no
incluye aún el costo del daño ecológico al parque y a su extraordinaria flora y
fauna con su rarísima existencia de quetzales. Tampoco incluye el efecto
negativo de crecidas rápidas e inundaciones sobre el área y el efecto sobre la
disponibilidad de agua para las hidroeléctricas La Estrella-Los Valles en
operación y Estí en construcción, y para usos de
riego y de comunidades cercanas. Si se incluyeran estos costos adicionales la
factibilidad del proyecto sería más negativa.
No se contempla el hecho de que toda carretera invita a
moradores cercanos a hacer uso de las tierras aledañas a la carretera, que poco
a poco comienzan a talar los árboles y a convertir las áreas en potreros y
huertos agrícolas. Ningún gobierno en Panamá ha logrado evitar ese resultado en
las carreteras existentes en el país. Una “carretera ecológica” para el turismo
se convertirá en camino de predios agrícolas.
Si queremos fomentar el turismo ecológico en la región,
fuente potencial importante de ingresos, necesitamos preservarla, lo que se
logra evitando el exceso de carreteras. Debemos aprender de la experiencia de
Costa Rica donde se han hecho daños irreparables a la biodiversidad por no
haber tomado las precauciones necesarias a tiempo. En efecto, construir la
carretera Boquete- Cerro Punta con propósitos de turismo ecológico, acabará con
la extraordinaria ecología y con el turismo.
La alternativa de una carretera de Cuesta de Piedra-Santa
Rita-Palmira, un poco más al sur sería preferible desde todo punto de vista.
Además de hacer la conexión deseada, beneficiaría a comunidades con más de 10
mil 823 moradores que ya se dedican a faenas agropecuarias. Solo agregaría
media hora adicional al tránsito vehicular, lo cual es casi insignificante y
sería una obra cuyo análisis beneficio-costo la hace rentable con un valor
presente neto positivo.
Entre Cerro Punta y Boquete no hay movilización de
producción. Ambos lugares producen bienes agropecuarios parecidos cuyo mercado
final está en David, Puerto Armuelles o en Panamá, y para los cuales las vías
de comunicación existentes son suficientes. El intercambio directo entre esas
dos comunidades con la carretera Cerro Punta-Boquete sería pequeño y más bien
de visitantes y turistas, pero ¡a qué costo! La alternativa planteada sería
suficiente y satisfactoria para las necesidades, y además integraría mejor a
otras comunidades de mayor población y producción.
Los recursos son escasos, y las necesidades sociales de
Chiriquí y de Panamá son muy grandes. ¿Es acaso construir una carretera más de
cuestionable valor el mejor uso que se le puede dar a esos 5 ó 10 millones de
dólares, cuando Chiriquí y todo el país tienen grandes necesidades de vivienda,
salud, educación, crédito agropecuario y asistencia técnica? A no ser que el
origen de fondos sea un préstamo BID o Banco Mundial específico para
carreteras, hay usos para esos fondos con una rentabilidad social mucho más
elevada.
Por todas estas razones (y otras que se quedan en el
tintero por falta de espacio), el Gobierno debe reconsiderar su precipitada e
inconsulta decisión y aprovechar el estudio de factibilidad hecho –y mejores
criterios económicos y ambientales– para reasignar el uso de esos recursos
escasos. La nación estaría mejor servida usando dichos fondos en la carretera
alternativa ya sugerida para el mismo fin, o en proyectos de desarrollo social.
El autor es economista