La
preocupación de los panameños por el impacto negativo que tendrá la
construcción de esta vía, está científicamente fundamentada
Dalila Montañez G.
/Opinión/LA PRENSA/Pág. 12-A
Hace más
de una década el entonces ministro de Obras Públicas (MOP), Ing. Alfredo Arias,
presentó a la consideración de la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para
construir la carretera entre las comunidades de Boquete y Cerro Punta, que
atravesaría el Parque Nacional Volcán Barú. En ese entonces, el anzuelo fue un
“peaje ecológico” que se cobraría a los automovilistas que transitaran por la
carretera, con lo cual se generarían los fondos para ayudar a proteger este
importante parque.
El
argumento fue rebatido de manera contundente por el director del antiguo
Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables (INRENARE, hoy Autoridad
Nacional del Ambiente), Luis Narváez, quien precisó que “la carnada” del peaje
ecológico no es lo que pintaban los promotores de la vía, pues “sabido es que
la gran cantidad de autos que transiten la carretera no generará los fondos
suficientes para cubrir los gastos de protección del Parque Nacional Volcán
Barú”. Diez años después, Narváez reiteró su posición (ver “¿Acabarán con el
Parque?” en El Panamá América del 31 de marzo de 2003).
Ahora “la carnada” es
otra, pues la comunidad panameña en general, y los conservacionistas en
particular, fueron sorprendidos cuando en diciembre pasado el Gobierno nacional
aprobó la Resolución de Gabinete No.123, mediante la cual “por urgencia
evidente”, se contrata en forma directa a la empresa Constructora Urbana, S. A.
(CUSA) para diseñar, financiar y construir el “camino ecológico” Boquete-Cerro
Punta.
La preocupación de los
panameños por el impacto negativo que tendrá la construcción de esta vía, está
científicamente fundamentada, tal como lo dejó sentado Juan A. Manelia, un
destacado ambientalista, quien precisó –al referirse al impacto que tendrá esta
vía en el funcionamiento de las hidroeléctricas en La Estrella-Los Valles y en
el futuro en Estí– que afectará el drenaje natural del agua lluvia, aumentará
la escorrentía superficial, lo que representa un riesgo mayor de crecidas
rápidas e inundaciones.
Igualmente, disminuirá
la recarga del agua subterránea por dos razones: el sellado de áreas de
fractura que facilitan la recarga y la disminución del tiempo de retención del
agua al eliminarse la cubierta vegetal.
Esto limitará el
aprovechamiento del agua para producir electricidad, ya que la mayor parte del
líquido se perdería por el vertedero (La Estrella es una planta de pasada),
mientras que la disminución del agua subterránea afectará el caudal base del
río, especialmente en la época seca, agravando el problema de suministro de
electricidad en este período.
“Esta misma situación
tendrá un impacto negativo en el riego que se da en el área (sectores de El
Salto, Volcancito, Palmira y El Bajo) y aun en el agua para uso doméstico que
en Boquete proviene de una fuente subterránea”, precisó Manelia.
Otra preocupación de los
ambientalistas es el daño que se hará a la fauna del Parque Nacional Volcán
Barú, pues estudios realizados en los años 90 revelaron que entre Alto Respingo
(Cerro Punta) y Alto Chiquero (Boquete) se registra la más alta densidad de
anidamiento de quetzales de la región.
Sin duda los que se
oponen a este proyecto lo hacen movidos por el interés de conservar toda la
riqueza natural allende el volcán Barú y por su importante rol en el diario
vivir de miles de chiricanos y demás panameños que de él dependen.
Un quetzal menos
representaría decenas de turistas que dejarían de visitar esta hermosa región;
un árbol que se tale abonaría el terreno para futuras inundaciones y daños
severos a las hidroeléctricas que mueven los engranajes de la economía
panameña. También, menos agua para las actividades agrícolas, ganadera e
industrial en esta región.
Es por ello que en forma
responsable numerosas personas, grupos ecologistas y representantes de la
sociedad civil, además de destacados ciudadanos, han propuesto como alternativa
a este proyecto la construcción de la vía que efectivamente conecta Cerro
Punta-Volcán y Boquete: la carretera Cuesta de Piedra-Santa Rita-Palmira.
Definitivamente peaje y
camino no significan lo mismo, pero si las conjugamos con el Parque Nacional
Volcán Barú, no hay duda que el resultado será un desastre ecológico
irreversible.
La autora es
microbióloga y catedrática de la Universidad de Panamá