3 Oct 2003
Estimados amigos:
Le anexamos una noticia (negación de informacion) y dos
artículos: uno sobre el recurso hídrico y otro sobre el Sendero Los
Quetzales. Ambos articulos son planteamientos, consideraciones y
elementos de juicio de alto valor. Invitamos a todas las personas
que desean plantear una opinión acerca de este dilema ambiental a mandar
articulos de opinión a los medios de comunicación. Vale la pena manifestar
nuestra posición a favor de la conservación del Parque Nacional Volcán Barú y
sus riquezas naturales de incalculable valor.
Dos
altos funcionarios del Ministerio Público han pedido sin éxito, copia del
contrato para construir el “camino ecológico”
RAFAEL PEREZ
Y JOSE ARCIA /La Prensa, 3 de octubre de 2003
planas@prensa.com
El
ministro de Obras Públicas, Eduardo Quirós Bernal, negó al Ministerio Público
copia del contrato que ese ministerio suscribió con la empresa CUSA para
diseñar, financiar y construir la vía que comunicará las poblaciones de Boquete
y Cerro Punta en la provincia de Chiriquí, y que atravesará áreas protegidas.
Giovanni Olmos, fiscal
especializado en delitos ecológicos, quien interpuso una demanda de nulidad
ante la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, informó a los magistrados
que usaron todos los medios a su alcance para obtener copia debidamente
autenticada del referido contrato debido a que no ha sido publicado en la
Gaceta Oficial.
Ello en incumplimiento
de lo que dispone la Ley 56 de 1995 de Contrataciones Públicas y el Decreto de
Gabinete No. 26 de 2 de febrero de 1990 que dicta disposiciones relacionadas
con la Gaceta Oficial.
Una fuente del
Ministerio de Obras Públicas (MOP) que exigió reserva de su identidad indicó
que la publicación de la Gaceta Oficial es responsabilidad del Ministerio de la
Presidencia.
Se llamó al
departamento de Relaciones Públicas del MOP, pero no fue posible hablar con el
ministro.
Notas al MOP fueron
enviadas no solamente por el fiscal Olmos, sino también por el propio
procurador general de la Nación, José Antonio Sossa, quien remitió igual
solicitud al jefe de la cartera de Obras Públicas en la que solicitaba copia
autenticada del mencionado contrato.
El fiscal Olmos en su
demanda solicita a los magistrados que pidan al MOP copia debidamente
autenticada del contrato aludido que, según dijo, se constituye en el acto
originario impugnado a través de esa acción contencioso administrativa.
La invitación resultó un encuentro con
la naturaleza en todo su esplendor porque aquí, y solamente aquí, puede un
visitante sentir la magnificencia de un bosque primario, no alterado
Patricia
V. de Alvarado/ LA PRENSA, 26 de junio de 2003/ OPINION/Pág. 13-A
Cuando mi esposo me invitó a
acompañarlo en una caminata por el sendero Los Quetzales entre Cerro Punta y
Boquete, no me imaginaba la belleza que iba a encontrar.
Tempranito llegamos al Respingo donde
comienza el sendero y nos registramos en la caseta de guardabosques del Parque
Nacional Volcán Barú. De allí emprendimos una aventura con la naturaleza
panameña que jamás olvidaré.
Entramos al bosque de una vez y la primera impresión fue el
entorno prístino que nos rodeaba. Seguimos caminando y nos percatamos de que el
único sonido que nos acompañaba a lo largo de la caminata era el rugido de los
ríos y el chirrido de los pajaritos que conversaban entre sí.
Las nubes cubrían todo como una alfombra de encaje,
escondiendo los nidos de las aves más grandes y tapando el refugio de los monos
aulladores en lo alto de los árboles. No sabía que mi esposo hablaba mono,
hasta que lo escuché intercambiar aullidos con ellos por un buen rato.
Otra cosa que me impresionó fueron los árboles, algunos
doblemente centenarios, que se encuentran por doquier, como el mamecillo, el
roblito y el bambito, que a pesar de sus nombres diminutivos, rascan el cielo y
dan testimonio a la persistencia natural.
Los helechos y los musgos prehistóricos que formaban fondo
a las flores y las orquídeas nos abrían paso y cambiaban de color y tamaño con
la altitud sobre el nivel del mar.
Siguiendo el sendero nos encontramos con otra pareja de
aventureros, un argentino y una italiana que habían venido a Panamá a conocer
el Canal, San Blas, Bocas del Toro, y el sendero Los Quetzales. Habían leído de
la belleza del sendero en Lonely Planet, una guía internacional para turistas.
¡Qué caminata más linda! La frescura del aire puro se
mantuvo por todo el camino; la única señal que indicaba que habíamos llegado al
final del sendero fueron los pastos y las cercas de alambre de púas del hombre
y el zumbido de una motosierra.
La verdad es que la invitación resultó un encuentro con la
naturaleza en todo su esplendor porque aquí, y solamente aquí, puede un visitante
sentir la magnificencia de un bosque primario, no alterado. Y si quieren
apreciarlo, caminen el sendero Los Quetzales entre Cerro Punta y Boquete, y
allí escucharán el silencio de la naturaleza; la naturaleza que ofrece Panamá
al mundo.
La
autora escribe cuentos infantiles bilingües
El
agua que bebemos
El agua que bebemos es un problema de
Estado que requerirá de una visión de Estado, un empuje de largo aliento que
debemos encarar a través de venideros y sucesivos gobiernos
Mario
Alvarado /LA PRENSA, 26 de junio de 2003/ OPINION/Pág. 13-A
Panamá es un país con abundancia de
recursos hídricos y junto con Belice tiene la mayor disponibilidad de agua per
cápita en el área centroamericana. Sin embargo, el informe de las Naciones
Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo indica que para
mediados de este siglo alrededor de 7 mil millones de personas en 60 países
sufrirán de escasez de agua dulce. Para ese tiempo se estima que el 50% de la
población panameña estará expuesta a fuentes de agua contaminada.
En Panamá hay 52 cuencas hidrográficas
claramente definidas que suministran el agua que bebemos, agua para irrigación,
agua para generar electricidad y agua industrial, y que a lo largo de décadas
han definido el patrón de los asentamientos poblacionales y la creación de
riqueza a través de las actividades de producción. Actualmente, los cursos de
agua, ríos y quebradas son los vertederos de desechos de las actividades
humanas. Es así como las cuencas que abarcan áreas citadinas ven convertidos a
sus ríos en portadores de excretas, de coliformes fecales, de residuos
industriales tóxicos como el arsénico, el cadmio, el cianuro, el plomo, de
materiales no degradables, de desechos animales y humanos a través de las aguas
residuales que son vertidas crudas en los mismos.
La salud del hombre, según los parámetros de la medicina
occidental, se determina a través de la medición de los signos vitales. La
salud de un río se determina a través de la demanda bioquímica de oxígeno (DBO)
que es la cantidad medida de oxígeno que requieren los microorganismos para
degradar la materia biológica presente en las aguas residuales. Este dato se
usa como una medida de la contaminación orgánica, como una medida de la salud
de los ríos y quebradas, como una base para estimar el oxígeno necesario para
los procesos biológicos. Es simple, donde hay oxígeno hay vida, donde no, el
río está muerto.
La presión humana sobre las cuencas de los ríos en Panamá
es extraordinaria. La migración rural a las ciudades, la construcción de
barriadas periféricas y el crecimiento urbano no planificado generan una
demanda de tipo exponencial sobre el agua que bebemos. Además, la mitad de la
energía eléctrica que utilizamos es basada en combustibles fósiles (petróleo y
sus derivados) lo que hace que a muy corto plazo la demanda eléctrica haga que
las miradas se dirijan ansiosas a los grandes ríos de la vertiente atlántica
panameña. El agua de riego es otro factor de presión sobre el recurso hídrico.
En el arco seco panameño, (Azuero y el sur de Veraguas) debido a la
desaparición de ríos y quebradas, el MIDA ha perforado 554 pozos profundos, la
mayoría de manera infructuosa. El IDAAN a su vez ha perforado 248 pozos para
alimentar acueductos rurales y dar de beber a comunidades aisladas y sedientas.
Los hidrogeólogos han señalado que las mejores fuentes de aguas subterráneas
están en Antón, Penonomé y Alanje, mientras que en Azuero el acuífero de
Vallerriquito es de baja producción. En regiones cercanas a la costa existe el
peligro que un sobrebombeo permita un ritmo de extracción de agua superior al
de la recarga y de que el agua de mar se introduzca en el manto freático
generando el fin de la producción económica y acelerando el abandono y
desertificación de las tierras.
Un ejemplo de la presión del desarrollo humano sobre la
cuenca de un río es el caso específico del Chiriquí Viejo, en la provincia de
Chiriquí. Con un área de drenaje de 1376 kms cuadrados y una longitud
aproximada de 90 kilómetros, este río proporciona agua para irrigación a las
comunidades de Cerro Punta y Sereno. Sirve de cloaca a todas las poblaciones
ribereñas hasta llegar a las comunidades de Paso Canoa y Cuervito. Es la base
del sistema de acueductos del distrito de Barú y fuente de irrigación para las
plantaciones bananeras en Armuelles y Divalá; tiene solicitudes de concesión de
aguas ante el Ente Regulador para los proyectos hidroeléctricos de
Montelirio-Pando, Hidroeléctrica de Bajo de Mina, Hidroeléctrica El Alto en
Caizán, el proyecto hidroeléctrico de Hidroburica y el macroproyecto llamado
Riego del Barú que pretende incorporar 11 mil hectáreas a la agricultura de
riego. Recordemos, además, que las cabeceras del río sufren la deforestación
crónica en áreas del Parque Internacional La Amistad (PILA).
El recurso hídrico que tenemos no es ilimitado. Requiere un
manejo ordenado, planificado y sostenible con el medio ambiente. El agua fósil,
o agua de acuíferos almacenada por cientos de años requiere una extracción
racional y la ausencia de pozos productores en Azuero indica que el agua
sencillamente se acabó, la acabamos.
Nuestro país empieza a experimentar la privatización
disimulada del agua que bebemos, con el repunte de las ventas de agua
embotellada. La banca internacional impulsa el acceso del capital privado al
agua que bebemos, a cambio de reducciones en la deuda externa o de créditos
frescos en lo que se perfila como un negocio redondo. Para ellos. En este
sentido, para el año 2008, todas las industrias y negocios, sean personas
naturales o jurídicas, que contaminen los afluentes en Panamá, deberán
incorporar los programas de mitigación requeridos por la ley ambiental vigente
a través de la Norma COPANIT de forzoso cumplimiento. Este es un paso en la
dirección correcta, al igual que los estudios para optimizar las redes de
acueductos en Panamá, Colón y La Chorrera, y el saneamiento de la bahía de
Panamá.
El agua que bebemos es un problema de Estado que requerirá
de una visión de Estado, un empuje de largo aliento que debemos encarar a
través de venideros y sucesivos gobiernos. Urge entonces la educación ambiental
a todos los niveles del proceso educativo panameño. Es determinante que el tema
ambiental sea un factor decisivo en las futuras elecciones de nuestros
gobernantes. Por el agua que bebemos, ¡salud!
El
autor es ingeniero