SALVEMOS EL PARQUE NACIONAL VOLCÁN BARÚ

Ariel Rodriguez Vargas

Presidente

Alianza para la Conservación y el Desarrollo –ACD

A pie, a paso lento, contemplando la estructura del bosque nuboso primario y secundario del camino denominado “El Respingo”, ubicado entre la población de Boquete y Cerro Punta, un explorador puede tardar hasta ocho horas.

Este trillo es casi el límite divisorio entre el Parque Nacional Volcán Barú (PNVB) y el Parque Internacional La Amistad (PILA). El mencionado trillo es tan viejo como nuestros tatarabuelos. Los centanarios árboles de robles que serán talados y desmembrados son testigos de los pasos de nuestros antepasados por este sendero.

El camino “El Respingo” ahora rebautizado con el nombre turístico del sendero “Los Quetzales” es un reservorio magnífico de plantas y animales endémicos de las tierras altas occidentales de Panamá. Es un sitio ecológicamente muy frágil, ya que presenta altas pendientes, altamente susceptibles a la erosión, bosques nubosos irremplazables. También es un sitio de refugio de animales de caza que han sido exterminados en otras áreas del país.

Del área de Respingo nacen múltiples arroyos que dan nacimiento al Río Caldera, imponente columna de agua lótica que atraviesa longitudinalmente todo el valle de Boquete, hasta confluir con el majestuoso río Chiriquí.

Históricamente se ha debatido la conveniencia de convertir el trillo “El Respingo” de nuestro tatarabuelos, en otra carretera de asfalto en las tierras altas de Chiriquí. Sabiamente un gran número de personas de la sociedad civil chiricana han puesto la voz de alarma y han logrado que el proyecto carretero se detenga. Han sido muchos los intentos y muchas las luchas para revocarlos.

Han sido tantos los intentos y tal la presión ejercida por los altos poderes de varios gobiernos, que algunas organizaciones en algún momento han cedido a la presión y muy penosamente, suponen obligar al Estado ha hacer un estricto manejo ambiental del proyecto carretero por minimizar el daño ambiental causado. Ingenuidades. El daño ambiental directo e indirecto y permanente que se haría en esta hermosa área, no habría forma de mitigarlo.

Los daños ambientales serían entre otros, los siguientes: pérdida amplia de biodiversidad, aumento de caza cinegética, aumento de la mortalidad de animales silvestres, creación de una barrera biológica virtual, pérdida de hábitat para decenas de especies silvestres mayores, pérdidas de nicho ecológico, aumento de exposición a plaguicidas por lixiviación, aumento de ruido, proliferación de plagas agro-biológicas, desaparición de especies sensibles como el quetzal, el saíno, el venado corzo, jaguar, felinos menores y el tinamú de montaña, depredación de orquídeas por humanos, etc.

Todas las carreteras tienen un fin económico y esta no va a ser diferente. La pregunta que nos hacemos es para quién será el beneficio económico y por qué la urgencia del mismo. Existe algún estudio económico que verifique que este beneficio económico será significativo para las comunidades, o sólo será significativo para los que tienen intereses directos en el área.

Por qué no se tiene la misma premura de construir caminos asfaltados para los indígenas en los territorios Gnobe-Buglé en el oriente chiricano?

La Resolución Ejecutiva No. 123 del 4 de diciembre del 2002, autorizó al Ministerio de Obras Públicas (MOP) a contratar directamente a Constructora Urbana, S.A. (CUSA), para que diseñe, financie y construya el tramo “ecológico” que unirá a Boquete con Cerro Punta, es arbitraria y amerita una demanda legal, ya que contraviene disposiciones que un decreto no puede suplantar. Estamos ante un caso peor que cuando se vulneró una Ley que desprotegía al Parque Natural Metropolitano para poder construir el Corredor Norte. Este decreto es un plumazo arbitrario e indignante.

En mala hora esta personas llegaron al poder del Estado para servirse de éste!